Queda Prohibido

¿Qué es lo verdaderamente importante?

Busco en mi interior la respuesta,

y me es tan difícil de encontrar.

Falsas ideas invaden mi mente,

acostumbrada a enmascarar lo que no entiende,

aturdida en un mundo de falsas ilusiones,

donde la vanidad, el miedo, la riqueza,

la violencia, el odio, la indiferencia,

se convierten en adorados héroes.

Me preguntas cómo se puede ser feliz,

cómo entre tanta mentira se puede vivir,

es cada uno quien se tiene que responder,

aunque para mí, aquí, ahora y para siempre:

queda prohibido llorar sin aprender,

levantarme un día sin saber qué hacer,

tener miedo a mis recuerdos,

sentirme sólo alguna vez.

Queda prohibido no sonreír a los problemas,

no luchar por lo que quiero,

abandonarlo todo por tener miedo,

no convertir en realidad mis sueños.

Queda prohibido no demostrarte mi amor,

hacer que pagues mis dudas y mi mal humor,

inventarme cosas que nunca ocurrieron,

recordarte sólo cuando no te tengo.

Queda prohibido dejar a mis amigos,

no intentar comprender lo que vivimos,

llamarles sólo cuando les necesito,

no ver que también nosotros somos distintos.

Queda prohibido no ser yo ante la gente,

fingir ante las personas que no me importan,

hacerme el gracioso con tal de que me recuerden,

olvidar a toda la gente que me quiere.

Queda prohibido no hacer las cosas por mí mismo,

no creer en mi dios y hacer mi destino,

tener miedo a la vida y a sus castigos,

no vivir cada día como si fuera un último suspiro.

Queda prohibido echarte de menos sin alegrarme,

olvidar los momentos que me hicieron quererte,

todo porque nuestros caminos han dejado de abrazarse,

olvidar nuestro pasado y pagarlo con nuestro presente.

Queda prohibido no intentar comprender a las personas,

pensar que sus vidas valen más que la mía,

no saber que cada uno tiene su camino y su dicha,

pensar que con su falta el mundo se termina.

Queda prohibido no crear mi historia,

dejar de dar las gracias a mi familia por mi vida,

no tener un momento para la gente que me necesita,

no comprender que lo que la vida nos da, también nos lo quita.

Alfredo Cuervo Barrero

El Molcajete de San Nicolás de los Ranchos

Desde hace un tiempo he tenido ganas de un molcajete de piedra.  Cocinando en casa de mi Mamá lo usé para moler pimienta y me encantó porque es fácil de usar y hasta divertido.

Si nunca has visto uno no es otra cosa que un mortero de piedra volcánica tallado en una sola pieza.  Al igual que el metate es usado en la cocina Mexicana, desde hace varios siglos, para moler especias, granos y minerales.   Está compuesto de dos piezas, el molcajete propiamente dicho y el tejolote que es la piedra que se toma con la mano para triturar.

Preguntando en el mercado de Cholula me enteré que en los pueblos de las faldas del volcán Popocatépetl hay talleres y artesanos que tallan la piedra. A una hora de la ciudad de Puebla en el centro de México están estos pueblos de talladores:  San Nicolás de los Ranchos y Santiago Xalitzintla.

Era un Sábado lluvioso, nublado. Al llegar al pueblo no faltó quien nos diera señas de uno de los artesanos. El primero que visitamos tenía solo pocos, grandes y decorados y yo buscaba uno pequeño, sin decoración y sin talla zoomorfa.    Seguimos caminando bajo la lluvia y entre puestos de frutas y verduras en las calles, llegamos al segundo y en el tercer taller, con Don Antonio, encontramos justo el tamaño que queríamos solo que tenía una cabeza de cerdo tallada.  Fea para mi gusto y en menos de cinco minutos Don Antonio, usando sus herramientas de percusión y corte, eliminó la cabeza sin dejar huella en el molcajete.    Después tomó un trozo de piedra volcánica amorfa y comenzó a darle forma, a base de golpes, hasta aproximarla a un cilindro, continuó tallando con herramientas mas pequeñas y al final con una pulidora eléctrica y en menos de quince minutos tenía terminado el tejolote.

Mientras Don Antonio trabajaba yo tomé otro pedazo de piedra y lo imitaba, tratando de darle forma, si, de otro tejolote, pero no lo terminé. El me lo quitó de las manos y con su habilidad lo terminó en “un dos por tres”.

Ibamos de regreso con el molcajete en mano, y no pude dejar de pararme a comprar unos aguacates criollos. Fueron veinte Pesos por cinco, algunos de cáscara gruesa y verde y otros de cáscara delgada y negra.

Solo me faltaban las tortillas hechas a mano y de maíz de la región que tiene un sabor diferente. Entramos, eran cuatro mujeres, todas “echando tortillas”, la mayor parecía ser la abuela, otra la hija y las demás nietas.  Me insistieron en que me sentara.  Tomé con mis manos una tortilla le puse sal y a comer, tenía hambre pero sobretodo ganas de disfrutar un taquito de sal en ese lugar.  Se me había quitado el frio, estaba muy a gusto por el calorcito del comal.   Platiqué con ellas de recetas de guacamole y del Popo. Me decían que echándole gotitas de limón al guacamole se mantiene verde sin oxidarse y del Poco, pues comentaban que se escucha y se siente cuando está en actividad … pero con un tono alegre, sonriendo ¡

Al llegar a casa, lavé muy bien el molcajete, la piedra de mano, y me puse a abrir aguacates … todos estaban muy cremosos, en su punto.  Le pusimos, cebolla picada, chiles serranitos picados y sin semillas, sal y sus gotitas de limón y a “taquear”.

Minilla Veracruzana

La minilla no es otra cosa que un «picadillo» de pescado. Esta vez les comparto la receta de Ricardo Muñoz que Diana Kennedy publicó en uno de sus libros después de que la retó y aseguró que le iba a gustar.

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Rinde 3 tazas y media aprox.

63 ml. de aceite de oliva que no sea extra-virgen
1/2 cebolla finamente picada
1 cucharadita de ajo finamente picado
2 tazas copeteadas de jitomates finamente picados
1 cucharada de azúcar
2 hojas de laurel finamente picadas
2 1/2 tazas de atún en agua perfectamente drenado (latas)
2 cucharadas de perejil finamente picado
1/4 de taza de pasas picadas
3 cucharadas de aceitunas verdes sin hueso y picadas
1 cucharada de alcaparras grandes picadas
1 cucharadita de orégano seco desmenuzado
Sal al gusto

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Desmenuzar finamente las latas de atún y ponerlo a escurrir en una manta de cielo.

Caliente el aceite en una sartén. Acitrone la cebolla y el ajo. Agregue los jitomates y cocínelos a fuego alto durante diez minutos, hasta que se reduzcan y formen una salsa bastante espesa. Añada el azúcar, las hojas de laurel y el atún, y cocine por tres minutos más. Añada el resto de los ingredientes y cocínelo a fuego medio, revolviendo y raspando el fondo de la olla para que no se queme, hasta que la mezcla esté bastante seca.   Añadir sal si hace falta.

Comer en tostadas o como relleno en tacos, empanadas y chiles. También se puede acompañar con arroz blanco y plátano macho frito muy al estilo Veracruz !   Caliente o a temperatura ambiente, es igualmente delicioso !